Descripción enviada por el equipo del proyecto. La conformación del sitio resulta particular fruto de una división mediante propiedad horizontal, un lote con 6mts de frente, 5.40mtrs en la parte posterior y 17mts de profundidad, hallado con un desbanque “natural” vestigio de una construcción anterior (ruina), colindando a su lado izquierdo con un edificio de 5 pisos, al derecho con la entrada vehicular de un condominio y en la parte posterior una vivienda de dos pisos, a esto se suma la normativa del lugar un retiro frontal de 5mtrs, altura de 2 piso (6mtrs) y adosamiento en todos sus lados, obteniendo ese resultado particular un vacío de 8,70mts de altura desde el nivel del subsuelo (-2,70) contenido en todos sus lados sin opción a relacionarse con su contexto físico.
Los propietarios y sus dos hijas vivían en una casa de menor escala donde valoraban un espacio pequeño de encuentro donde recibir el sol (mashar), tras mirar el proyecto “Junglares” el mismo que llamó su atención, se contactaron con el estudio casi imaginando la misma propuesta en este lugar por la característica de su terreno con desbanque “natural” pero claramente no era así. Una excavación abandonada que expone un refugio primitivo que lo llamaremos “grieta urbana”, conceptualizándolo desde la intuición, la observación, el lugar donde su uso no es un espacio hecho según criterios funcionales, es informal y adaptativo, donde es oscura y brillante a la vez, un paisaje capaz de permanecer en la memoria.
Se pasa a generar una relación desde lo sensorial al imaginar estar en esa “grieta urbana”cubriéndola con una gran “roca habitada” que concentra la masa reuniendo las actividades más cerradas (privadas) y que mediante fisuras permitirá filtrar la luz, el aire y la lluvia, planteando una relación con el contexto entre la tierra y el cielo; apoyando esta masa en cuatro horizontales se genera un “espacio liberado”, un vacío expuesto a toda la altura y profundidad del sitio con una escala ajena para la dimensión de la casa y la persona.
A este vacío lo transformamos en un sistema natural subterráneo, el situarse entre dos ríos (Yanuncay y Tarqui) permitió aprovechar la humedad del suelo proporcionada por el agua freática de la zona, alimentando a través de un suelo absorbente la vegetación que se encuentra dentro de la vivienda de forma similar a como pasa en las orillas de los ríos; generando que la casa reúna las actividades sociales entre “árboles y agua” en el nivel -2,70 con la cocina, comedor, estar, etc. y en el nivel +-0.00 con la sala y estudio que “flotan” en vigas de hormigón que no interrumpen a la naturaleza planteada.
Todo el lugar se conecta en una promenade cambiante que se difumina con la geografía generando fuerzas centrípetas y centrífugas, cambios de dirección que ocultan y exponen el vacío poniendo de frente a visuales distintas que asombran por el movimiento de la luz y el reflejo en los materiales (hormigón, vidrio, madera) que tensionan la experiencia del objeto por parte del sujeto de habitar un interior-exterior.
La casa genera una planta libre, sin interrupciones estructurales más que por sus actividades, un espacio flexible abierto a disfrutar del recorrido en una especie de ecosistema que permite que las cosas sucedan de forma natural con paisajes acantilados y de fallas, alineaciones de volumen fuera de la escala humana, donde la percepción aérea y gravedad variable de situaciones interiores mezcla lo íntimo y lo sublime. Una vivienda en donde es imposible identificar o percibir la totalidad del lugar generando indagación y curiosidad por descubrirlo, desde el percibir solo aire hasta mirar que algo sucede debajo de ese espacio flotante, un “gran” lugar en donde encuentras luz solar para “mashar” y cubrirte en su sombra.